Érase una vez la clase de 3⁰ de educación infantil A, eran unos chicos y chicas responsables y trabajadores (casi siempre… jeje), que se esforzaban por aprender y mejorar día a día, les encantaba aplicar lo aprendido a situaciones de la vida cotidiana, ¡hasta abrieron un supermercado!, que si cuánto dinero tengo, que si qué puedo comprar, que si cuánto me falta… ¡qué lío!. También descubrieron que es mucho más divertido jugar a la diana ¡sumando las puntuaciones!. Como buenos niños que eran ¡el patio les encantaba!, y descubrir el de los mayores fue súper divertido. Después de tantas emociones acabar con una sesión de interioridad era genial, aprendieron la importancia de disfrutar cada día, al igual que hacía la oruga. Y para acabar la jornada, felices y contentos a casa con los regalos que con tanto cariño y esfuerzo hicieron para su mamá, y a disfrutar de un merecido descanso.

Y ¡Colorín colorado, esta publicación se ha acabado!.